miércoles, 20 de mayo de 2020

MI TEORIA DE LA CONSPIRACIÓN


Hace dos meses estaba comenzando una cuarentena que en aquel momento me parecía falsa porque era de quince días, y ahora, puedo decir lo mismo porque se ha extendido y ya llevamos más de 60 días en aislamiento. Como algunos miembros de esta sociedad sentí en un primer momento una indignación ante la idea de tener que suspender mi cotidianidad por cuenta de una “gripe común” pero luego tuve que pensar que ante la incertidumbre no estaba mal en aceptar esa medida. Luego vino la restricción del pico y género y posteriormente las restricciones zonales. Mi cotidiano estaba marcado por las caminatas que hacía al trabajo o de éste hacia mi casa, asistía a una piscina que por ser pequeña apenas estaba abierta para seis personas y tenía la posibilidad de ir una semana al mes a ver a mis padres. Ahora todo está suspendido: las caminatas y la natación que me ayudaban a salir de esa excesiva conexión a los computadores se ha visto débilmente compensada por sesiones de estiramiento de diez minutos que intento mantener cada día. Me he saturado mirando la pantalla del computador y he apagado ya varias veces el celular como rebeldía frente a una lógica explotadora del teletrabajo. No existe legislación que nos proteja y nuestra cultura masoquista y de poco autocuidado nos lleva a estar 24/7 en función del trabajo. Y lo más irónico es que no quise tener hijos para no estar sometido a ese estrés y supuestamente para vivir como quería y no como me tocaba. Un verdadero iluso.



 

Aunque soy muy crítico de los medios de comunicación y de su afán por un alto rating a partir del sensacionalismo, el sexo y la guerra no he podido evitar sentirme contaminado de ideologías encubiertas a través de supuestos reportajes objetivos. Uno de esos íconos de la ciencia en Colombia entrevistado por una periodista de derecha que sin embargo intenté no sesgar tratando de ser más justo en mi valoración y que veo desmoronarse cuando leo un artículo que señala a este “científico” como una persona resentida porque no le dejaron seguir trabajando con monos y porque después de muchas inversiones no cumplió con la vacuna que prometía. Y en esa vía entonces leo artículos en periódicos donde unos científicos descartan la gravedad de la pandemia y otros que los acusan de apoyar regímenes políticos. Si la inmunidad de rebaño era una opción y estábamos en una situación de incertidumbre ¿Por qué no ensayar primero esa opción y luego ver qué pasaba? La cuarentena surgió de un momento a otro como la única opción ¿Imitación del modelo chino? ¿Imitación del modelo europeo? ¿Imitación de los dos modelos? 

También me he aferrado a los modelos matemáticos y aunque reconozco que no soy tan hábil en su interpretación y mucho menos en su construcción tarde un buen tiempo para entender que también eran falibles. Pero ahora mi escepticismo crece cuando veo que también soy susceptible de ser engañado con ellos. Primero fueron las discusiones sobre la tasa de contagio, luego fue sobre el número real de contagiados pero peor aún llegamos a desconfiar del número real de muertos. Si los datos que alimentan esos modelos se corrigen entonces el modelo mejora pero muchos no están preparados para entender que mientras ayer el problema era una tasa de contagio de 2,68 ahora lo es una de 1,1. Hemos aplanado una curva pero no gozamos de inmunidad de rebaño y entonces sigue la incertidumbre acerca de cuántos de nosotros vamos a enfermar, cuantos vamos a morir. ¿Realmente podríamos llegar a tener certeza sobre una enfermedad en la actualidad? ¿La tecnología podrá darnos esa posibilidad de saberlo todo? ¿No terminaremos contaminados de un exceso de información?

Si reconocemos, por el contrario, que nunca va a ser posible tener certeza total de lo que pasó y lo que vendrá. ¿Tiene sentido confiar ciegamente en los científicos y sus pronósticos? ¿Están libres los científicos de emitir resultados sesgados por posturas ideológicas? ¿Qué diferencia existiría frente a un pastor que defendiendo una ideología de mercado nos ofrece la protección divina frente al virus? Si la arrogancia es una característica de nuestra especie no sería raro que tanto los hombres de fe como de ciencia terminaran disputándose el altar de una única verdad y de satanizar a quienes se muestran escépticos frente a esos dos dogmatismos. ¿Sucede igual con los modelos y pronósticos de los expertos en economía?

Pienso en esa pregunta y entonces me entra el pánico y comienzo a conspirar acerca de la situación económica. Recuerdo que en 2008 muchísimas familias no pudieron pagar los créditos de sus viviendas y que la respuesta del gobierno de Obama fue la de rescatar a los bancos (porque eran demasiado grandes para caer) y no a las personas. Les dieron grandes cantidades de dinero (a través de políticas monetarias no ortodoxas como la flexibilización cuantitativa) y bajaron las tasas de interés a niveles cercanos a cero. Y todo ese crédito barato fue a parar a manos de los banqueros, sus bacanales con putas y cocaína y sus yates y apartamentos de lujo en Londres, Paris o Nueva York. Un socialismo para los ricos y la mano dura e invisible del mercado para los pobres.  Y luego me acuerdo de los fondos buitre, esos fondos de inversión que compran la deuda de países que están al borde del impago y luego en vez de negociar, tratan de obligar al país a ceder sus activos, porque finalmente esos son más atractivos que la misma deuda que compran.

Y me entra la angustia pensando en las imágenes del desierto cuando los buitres y las hienas merodean alrededor de los búfalos moribundos. Que banquete, estarán pensando. Ven como los países van colapsando en una crisis económica y se ofrecen a otorgar líneas especiales de crédito en esta pandemia. Me aterro pensando que sea peor aún y que la enfermedad de los búfalos haya sido pensada y diseñada por los buitres. ¿Será posible? Los imagino en una reunión secreta diciendo ¿y si generamos la destrucción económica de forma intencional para crear nuevas oportunidades de capitalizar ganancias a nivel mundial?



Entonces, no puedo evitarlo, vienen a mí ideas descabelladas. ¿Y si ellos hacen uso de la economía experimental y conductual? Un experimento con nosotros. Usan organismos internacionales y cadenas informativas a nivel mundial para crear ese miedo y en ese pánico aparece China mostrando su modelo de confinamiento. Mierda, empezamos a hablar de lo exitoso que fue porque ellos sí tienen mano dura… ¿y corazón grande? y aunque los europeos dudan, ellos prefieren ceder porque finalmente les da muchos réditos políticos (siempre será la mejor opción porque ante la incertidumbre siempre se podrá decir que podían haber sido más muertos de los que fueron). Y en América Latina…bueno…no sé…tal vez copiamos la formula porque tuvo el aval europeo.

Los más inocentes creerán que se trata de ceder la libertad porque la vida es más importante. Pero ¿de cuándo acá ese interés en proteger la vida? ¿la vida de quién? Si no se importaron con el esclavismo pasado ni con el actual, no se han importado con la vida de los migrantes, no se importan con la vida de los niños que mueren en los bombardeos en Siria o Palestina y no se importan con la vida de los líderes sociales en Colombia ¿de cuándo acá les importan la vida de los viejos que llaman en tono idiotizante de “abuelitos”?

Recuerdo entonces los libros de terapia psicológica y sus títulos al estilo “por tu propio bien”. Tanto dolor soportado porque era por nuestro propio bien. Medidas autoritarias que se justifican por nobles ideales, por la vida pero que destruyen nuestra salud mental, que ponen en riesgo a los niños y las mujeres e incluso a los mismos "viejitos" que intentan proteger. Y me entra el miedo y recuerdo las charlas con la psicóloga. Un miedo a vivir la vida y un encerrarse preso del miedo negándonos a vivir con todo lo bueno y malo que eso significa y la única certeza en medio de la incertidumbre que es la de saber que todos vamos a morir algún día. Si por un lado seguimos pensando y deseando gobiernos autoritarios del otro lado seguimos escuchando gobernantes que justifican su autoritarismo en la falta de cultura ciudadana de sus gobernados.

Intento respirar porque la crisis de ansiedad se apodera de mí y entonces trato de pensar que no pueden existir intereses tan oscuros en el mundo, de gente que se haga rica aprovechando una crisis que han ayudado a desatar. Tal vez, son eventos inesperados de una excesiva deforestación, una enfermedad que nos ha llevado a una situación inusitada en donde tenemos que hacer un alto y recapacitar en la perversidad de un sistema llamado capitalismo y de que la vida está por encima de la economía. Pero luego me pregunto ¿será que van a matar al búfalo que nos proporciona la leche y otros productos que vender? ¿Y entonces que vendrá después? No importa, incertidumbre total. La gente no quiere volver a la normalidad. Es el momento que esperábamos, un nuevo sistema económico, porque ahora sí va a caer el capitalismo. Pero, ¿no será todo una ilusión? ¿Qué secreta conspiración están tramando para garantizar la supervivencia del capitalismo?

Y entonces recuerdo las clases de economía y profesores que me repetían que la ciencia económica no tiene nada que ver con las ideologías. Y como una respuesta automática responden las voces de mis otros profesores que me decían lo contrario y de lo importante que es de que en Colombia hagamos realidad nuestro estado de bienestar. Una oportunidad en medio de la crisis como diría un coach motivacional. Y entonces aparece una viceministra hablando de atenidos. Yo pensé que se refería a los grandes empresarios, a la clase dirigentes del país, esos que usan una puerta giratoria y pasan de los gremios a los ministerios. Pero no. Ella se refería a los trabajadores, a la gente que o nunca se ha beneficiado de un Estado de Bienestar y pensó que la situación lo justificaba o la gente que no por su incompetencia sino por la mala suerte estaba fracasando en sus negocios.

Y experimento un deja vú. Veo a un gobierno tropicalísimo anunciando todas las tardes en cadena nacional medidas excepcionales para…hacer lo mismo que ha hecho durante nuestra existencia como república banana. Emisión de dinero a través de crédito para los grandes empresarios, una nueva oportunidad de enriquecimiento ilícito al robarse los recursos dedicados a salvar la vida por encima de la economía. Debo estar muy loco. ¿Pensar que los poderosos van a sacar tajada de esta situación? ¿Luego no son tan caritativos participando en donatones promovidas por el gobierno?



No puedo seguir pensando en teorías de la conspiración. En estos tiempos pensar diferente es peligroso. El debate está polarizado. Nadie quiere arriesgarse a buscar un real consenso. Nadie quiere realmente tomar consciencia de que los autoritarismos nunca nos van a llevar a crecer como sociedad. Ni el autoritarismo de quienes nos obligan a exponer nuestras vidas todos los días y no solo frente a un virus como el covid 19 ni el autoritarismo de quienes se justifican diciendo que es por nuestro bien tratándonos de estúpidos. Si en el primer caso la tentación está en crear conspiraciones externas causadas por el gobierno chino y su deseo de imponernos el 5G en el otro nos encontramos ante la difícil constatación de que el pillaje y robo sobre los sistemas de salud solo nos deja como opción el aislamiento preventivo en vez de una reforma a la salud y una toma de consciencia de los líderes políticos que necesitamos realmente.

No puedo dar certezas, ¿quién soy yo para creer que puedo hacerlo? Solo puedo conspirar. De eso se trata este escrito. No me queda más que eso en esta incertidumbre radical. No estamos hablando de profecías autocumplidas. Esto no se trata de hacernos creer que el apocalipsis está a la vuelta de la esquina y de constatar de que efectivamente todo terminó. Se trata de pensar en el final alternativo de la película. Se trata de lo que unos viejos amigos llamaban de conspir-acción, del   conspirar y actuar por un mundo mejor. En esa trilogía del conocimiento integrada por la ciencia, la religión y el arte resurgirá un nuevo ser humano, más humilde, más tolerante y más creativo. Si no soñara con ese final alternativo no tendría sentido conspirar tanto.

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