viernes, 11 de marzo de 2011

Un Guache (*) en tierras cariocas

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Rio de Janeiro -panoramica desde Urca
La vida es una caja repleta de sorpresas. Estoy en esta ciudad, en calidad de extranjero, experimentando aquellas sensaciones de tristeza, de miedo, de inseguridad que si bien sentía en casa, eran rápidamente resueltas con un abrazo, con un beso, con un mimo. En medio de tantas personas, camino solitario y rumio mis pensamientos en mi idioma natal. Encerrado en mi cuarto me sumerjo en la música y los recuerdos y mucho tiempo después, vuelvo a sentir esa extrañeza, ese deseo de regresar a casa. Sin embargo, esa casa está muy lejos.
Un guache, un guerrero muisca, que ha salido de los andes, de esas tierras frías, del páramo y la ropa de lana, para venir a dar en las tierras cariocas, sintiendo la brisa del mar y el calor, la música, el color y el sabor de otro país ¿cómo habrán sido los indígenas de estas tierras? ¿Qué historias se habrán tejido? ¿Tendrán algún Bochica, alguna Bachué, un dios Xué o una diosa Chía?
He pensado en los millones de refugiados, los perseguidos políticos, los militares, los secuestrados y todas aquellas personas que se encuentran lejos de su hogar, lejos de las personas que aman, lejos de sí mismos, perdidos en la soledad más amenazante que es la del espíritu. En medio de mi sincretismo he elevado plegarias para que los dioses o Dios, me den la fortaleza suficiente para salir bien librado de esta batalla que apenas comienza.
Rio de Janeiro- Vista de Cristo Redentor
Cada día es un reto. Cuidar de nosotros mismos: alimentar el cuerpo, alimentar el alma, alimentar la mente, proveernos de un vestido y seguir las normas de la casa, que no se siente aun así porque todos somos extraños. Lidiar con el tráfico, un tráfico que no es el mismo de Bogotá, porque los barrios son desconocidos, porque el más ligero desvío puede generar el más grande desperdicio de energías, una caminata en medio del sol que puede provocar una insolación, una ausencia de vitaminas que puede causar una dolencia, los riesgos están ahí.
Dicen las historias que la palabra Carioca, significa la casa del hombre blanco y al igual que en Colombia, la toponimia está regada de un pasado ancestral. Sigo en mi amada América Latina, pero me es extraña esta ciudad del placer. Un placer que deslumbra, unas imágenes que son de postal, pero que esconden nuestra miseria, nuestra pobreza, nuestra desigualdad. La misericordia cristiana no es suficiente. No es suficiente con colocar una barra para tapar una favela, no es suficiente con ser informados por medios de comunicación baladís. La realidad se deja ver en cada una de mis caminatas, cuando me subo al bus o cuando huelo el olor de las aguas contaminadas por el ser humano. Cuando sufro víctima de la especulación inmobiliaria o por la ausencia en la democratización de las nuevas tecnologías.
Comienza el desfile de la escola União da Ilha 2011
Este guache, mira con detenimiento cada cosa y como siempre desconfía de aquello que aparenta tener la cualidad de la belleza. Sabe que ella se disfraza y que a menudo es muy difícil encontrarla y por eso se mantiene atado a sus armas, que son sus recuerdos, su pasado, las enseñanzas de sus antecesores. Viviendo el presente, sabe que poco a poco, una nueva historia se escribirá y espera que tarde o temprano, el cariño por esa ciudad aparezca. Hasta ahora, se ha sembrado la semilla, es preciso empezar a cuidar de la tierra para que la pachamama bendiga ese fruto y haga de él una fuente interminable de alimento y sabiduría.
Hace frio en Rio de Janeiro y también llueve. Como si los dioses hubiesen decidido flexibilizarse conmigo, dejando la fiereza del aire que quemaba la piel, ahora sopla un viento helado que tal vez no guste a quienes desean un carnaval más ardiente. La arena se ha enfriado y la noche no requiere ya de ventanas abiertas, ni de ventiladores ruidosos. Poco a poco, me acostumbro también a estas calles, a ver determinadas caras, como la de los porteros, los vendedores en las lojas o la bibliotecaria que me permite entrar a ese templo sagrado del conocimiento.
Independiente del lugar, las bibliotecas conservan ese aire de tranquilidad que tanto desea mi mente, ese silencio que esconde un millón de historias que esperan ser leídas. Ese lugar donde se esconde una buena novela, un clásico académico o una colección pictográfica. Afortunadamente, estoy cerca de ellas y puedo escabullirme de toda esta sensación de extravío. Así pues empieza esta nueva etapa. Mañana será mañana y el hoy ya pasó. Una oración por todos los que ya no están con nosotros.

(*) Guache: Palabra que proviene de Güecha, término utilizado por los Muiscas, -grupo indigena que habitaba en los andes orientales de Colombia- y que significa guerrero. Con la invasión española en el siglo XVI, esta y muchas otras palabras como Guaricha (que significa princesa) fueron vaciadas de su significado y re-signifcadas con el interés de usarlas de forma peyorativa, como insultos para referirise a las personas cuyos comportamientos van en contra de la moral.