jueves, 20 de septiembre de 2007

CONSIDERACIONES ACERCA DE UNA NUEVA PAUTA DE SEGREGACION SOCIOESPACIAL EN BOGOTA, A TRAVES DE UN ANÁLISIS DE CASO: LA IRRUPCION DE UNIDADES DE CLASE MEDIA EN AREAS DE OCUPACION POPULAR.
Hernando Sáenz Acosta[1]
hernandosaenz@gmail.com


INTRODUCCION

Este documento tiene por objetivo presentar un análisis de la evolución del esquema de segregación socioespacial en la ciudad de Bogotá. En particular, pretende examinar la hipótesis de una transición hacia un nuevo esquema, caracterizado, entre otros aspectos por la localización residencial de grupos de ingresos medios en zonas de residencia tradicionalmente populares. Si bien se requiere de investigaciones más amplias y sistemáticas, presentamos inicialmente los resultados de un análisis de caso, realizado en 2003, en el sector popular de Patio Bonito, que se encuentra ubicado al suroccidente de la ciudad: Se seleccionó una zona cuyas características micro-espaciales eran muy particulares, pues se encontraban en proximidad física tres barrios cuyas respectivas formas de producción de espacio construido eran diferentes, pero que habían surgido en la década de los años noventa en el proceso de expansión de Bogotá. En primer lugar se tiene el barrio Unir I, proyecto basado en operaciones de autoconstrucción y autogestión liderados por un urbanizador informal; en segundo lugar el proyecto Riberas de Occidente de tipo estatal -dirigido a empleados distritales- y en tercer lugar el conjunto de multifamiliares Gerona del Tintal, de carácter privado formal, que tiene una modalidad de vivienda tipo propiedad horizontal.

La hipótesis planteada en la investigación, planteaba una fuerte correlación entre forma de producción de espacio construido y grupo social residente. Así pues se esperaba encontrar coexistiendo tres grupos sociales claramente diferenciados en esta zona, y un esquema de segregación socioespacial más fuerte dada la proximidad física entre ellos. Entre las distintas herramientas metodológicas empleadas para realizar la caracterización de los grupos sociales se empleó en primer lugar la reconstrucción de los procesos de generación de los tres asentamientos y en segundo lugar la realización de una encuesta sobre prácticas espaciales y movilidad urbana. En la primera parte presentamos una síntesis sobre los aspectos teóricos de la Segregación Socioespacial y en la segunda presentamos algunos resultados de la investigación que se encadenan con la última parte donde se presentan unas conclusiones preliminares.

LA SEGREGACION SOCIOESPACIAL
EN LAS CIUDADES LATINOAMERICAS.[2]

El fenómeno de la segregación socioespacial no es particular de las ciudades latinoamericanas, tanto las ciudades europeas como norteamericanas se caracterizan por esquemas de segregación que a menudo se basan en diferencias de tipo étnico y racial, que han consolidado la imagen del Ghetto, del conjunto cerrado y de los centros comerciales. En Latinoamérica también podemos observar hoy en día estas expresiones de la segregación socioespacial, pero su intensidad y dinámica parecen imprimirle un sello especial a este proceso en nuestra región.

La intensidad del proceso de segregación en nuestras ciudades se evidencia por una acentuada homogeneidad interna entre los habitantes de una unidad espacial (barrio) y una aguda heterogeneidad externa respecto de otras unidades. Esta imagen sería resultante de un proceso mucho más estructural propio de la inserción del capitalismo en nuestra región y de su insuficiencia para incluir vastos sectores de la población que son consideradas como marginales, subnormales o informales. Esta situación afecta tres aspectos determinantes a la hora de comprender la Segregación socioespacial: El desarrollo de procesos de producción y reproducción del espacio –diferentes para cada grupo social-; los distintos niveles en el equipamiento y suministro de los valores de uso colectivos y en tercer lugar la generación de lógicas espaciales bien diferenciadas.

Se habla entonces de una imagen dual urbana: Mientras zonas enteras corresponden y pertenecen a grupos de altos ingresos con un alto valor simbólico y de prestigio social, los espacios ocupados por los grupos de menores ingresos se estigmatizan asociándolos casi siempre con inseguridad e insuficiencia en materia urbanística.
La peculiaridad del modelo de segregación en Latinoamérica frente a los modelos tradicionales teóricos, se explica entre otros factores por la trayectoria histórica de los procesos de poblamiento en la región. Un pasado marcado por la lógica fundacional hispánica de los centros urbanos y por el impacto que tuvo sobre ellas la inserción de la región en el esquema de comercio internacional que muchos investigadores resumen como de tipo dependentista. Más que la raza o la religión, la categoría que define la segregación socioespacial en muchas ciudades latinoamericanas en la del nivel de ingresos económicos.

Samuel Jaramillo resume la evolución del esquema de segregación socioespacial latinoamericano en dos momentos específicos y plantea la emergencia de una tercera etapa. Inicialmente en el periodo colonial, las ciudades latinoamericanas presentaban una disposición urbana que giraba alrededor de un centro (a menudo la plaza mayor), el cual reunía toda la importancia política, militar y religiosa. Son ciudades de pequeñas dimensiones donde predomina la diferenciación de tipo estamental, haciendo de la segregación socioespacial un fenómeno incipiente ya que a pesar de la fuerte diferenciación se presentan cohabitaciones muy cercanas entre distintos estamentos, incluso en las mismas viviendas.

Con la inserción en el comercio internacional, las ciudades latinoamericanas comenzarán a experimentar fuertes procesos de expansión y un reacomodo de los grupos sociales en el espacio: las elites comienzan a abandonar las localizaciones residenciales del centro y emigran en una dirección específica y única hacia la periferia en una dinámica de tipo iterativa que inicia con el desplazamiento residencial pero que se va consolidando en la medida en que atraen sobre ellos, otras actividades de tipo comercial e institucional, incidiendo en el papel que traía el centro tradicional de la ciudad. El surgimiento de una clase media tendrá también un correlato espacial puesto que estos grupos buscarán la proximidad física de las elites, ocupando los espacios dejados por éstas y de manera más bien excepcional ocupando algún frente de expansión de manera autónoma. Los sectores de más bajos ingresos por su parte ocuparan los espacios residuales, bajo procesos de acceso al suelo y la vivienda particulares: Urbanizaciones piratas, invasiones en el primer caso y vivienda autoconstruida en el segundo caso. Este esquema se denomina de fuerte macrosegregación.
La emergencia de una nueva etapa, está sustentada por la aparición de procesos de ocupación que se salen de ese marco de segregación macro: En primer lugar se observan movimientos de retorno de los hogares de mayores ingresos a localizaciones más centrales, atenuando la periferización iterativa antes descrita. Esta “reocupación” no obstante se caracteriza por unos mayores niveles de densidad poblacional, por unos desplazamientos laborales a centros diferentes al tradicional y por una demolición de un stock inmobiliario de baja densidad pero a menudo de alto valor arquitectónico.

En segundo lugar, el centro tradicional de la ciudad experimenta transformaciones en cuanto el tipo de población que hace uso de él. Se señala en particular su uso monoclasista por parte de grupos populares e incluso su deterioro por la presencia de zonas deterioradas, inseguras, quedando como única opción fuertes operaciones de renovación urbana, que mantengan a salvo la importancia simbólica de éstas.

En tercer y último lugar, comienzan a proliferar desarrollos de vivienda para grupos de ingresos medios en zonas tradicionalmente populares. Este proceso, debe observarse a la luz de la consolidación de un sector privado promotor y productor de vivienda. Dicha consolidación les permite incidir en el esquema de segregación socioespacial, puesto que ante una progresiva disminución de suelo para los proyectos dirigidos a los grupos de clase media en los frentes tradicionales, se comienza a colonizar terrenos que en otro momento no hubiesen sido susceptibles de urbanización por su localización en zonas populares, pero que ahora son atractivos por su cercanía a los centros de primer orden urbano. El gancho para atraer a esta clase media estriba en la oferta de mecanismos que garantizan la “seguridad y bienestar” de los residentes: Es el conjunto cerrado, con vigilancia particular y zonas comunes que satisfacen las necesidades colectivas de esta población sin hacer uso de los espacios externos asociados como inseguros. Se da pues, un proceso de residencia en los espacios populares sin experimentarse contacto alguno con ellos. Es por tanto una microsegregación cuya escala puede ser incluso mucho más aguda que la observada en la etapa anterior.

LA SEGREGACION SOCIOESPACIAL EN BOGOTÁ:

A continuación presentamos un rápido esbozo de la evolución de la segregación socioespacial en Bogotá teniendo como referente lo expuesto en el apartado anterior.

2. 1. La ciudad estamental y proto-capitalista (primer momento):

Hasta 1930, Bogotá se caracterizó por sus pequeñas dimensiones, heredando un patrón urbano hispánico, donde, la localización con respecto a la Plaza Mayor, asignaba a quienes residían más cerca de ella, el mayor prestigio. La presencia de la Sabana de Bogotá, ofrecía la posibilidad de una expansión sin límites, pero más que esto, su importancia radicaba como despensa en el suministro y abasto de la ciudad.

El orden social de la ciudad en la época colonial, basada en diferencias de tipo estamental, hacia de la segregación socioespacial un fenómeno parcial en la identificación de los grupos sociales. Prueba de ello es la cohabitación en las mismas viviendas de los encomenderos y españoles prestantes, de una población servil (indígena), mientras que la periferia de la ciudad, albergaba los arrabales compuestos de población indígena y mestiza. Durante el periodo republicano, Bogotá experimenta un proceso de compactación y densificación, sin mayores expansiones sobre la sabana lo cual hace que ésta mantenga aún una impresión de villa o pueblo. No obstante, ya comienzan a generarse nuevas expectativas derivadas de la necesidad de inserción en la economía mundial y por ende de adaptación a un patrón librecambista.[3]

2. 2. Segundo momento: Intensificación de la segregación socioespacial (Hacia la Macrosegregación).[4]

En la década de los años 30, Bogotá comienza a vivir paulatinos procesos de expansión y compactación de su estructura urbana. Su consolidación como el más importante centro regional y nacional, sumado a los procesos de violencia en los campos y el flujo migratorio por los procesos de industrialización explica en buena medida su crecimiento demográfico. A nivel espacial, la diferenciación estamental pierde paulatinamente su papel y la localización de acuerdo al nivel de ingresos en determinadas zonas de la ciudad va definiendo el esquema de macrosegregación.
Las elites en particular, comienzan su desplazamiento hacia el nororiente, siguiendo la Calle Real o actual carrera séptima: En un primer momento fue el sector de Chapinero, pero luego continuó dejando tras de sí zonas como el Chico, La Castellana, Santa Bárbara, etc., hasta la actualidad donde se observan localizaciones en municipios como Cota y Chía bajo modalidades de vivienda de baja densidad y con un componente de ruralidad altamente valorado. La evolución en cuanto formas de producción de espacio construido va desde una llamada producción por encargo donde la vivienda es un bien individualizado y dejado en manos de arquitectos específicos hasta formas capitalistas estandarizadas pero que tienen como atractivo la estética y promoción de un estilo de vida moderno (anonimato, prestigio social, tranquilidad y seguridad), ejemplificado en la proliferación de conjuntos cerrados y centros comerciales de uso exclusivo por grupos de altos ingresos.

Con el surgimiento de una clase media se puede hablar de un periodo de consolidación progresiva de las formas de producción capitalistas. Si bien en un primer momento es este sector el primer demandante de apartamentos en alquiler en el centro de la ciudad, tendrá la posibilidad gracias a los mecanismos de subsidio de vivienda tipo UPAC[5] de ir accediendo a estas como propietarios. Este sector además será demandante de formas estatales de producción de vivienda hasta los años noventa cuando se modifica el papel estatal en esta materia. En cuanto a su localización, predominaron aquellas próximas a las zonas de residencia de las elites, aun cuando surgió un frente de expansión autónomo hacia el occidente de la ciudad, cuyo máximo ejemplo hoy en día, es el sector de Ciudad Salitre.

En cuanto a los grupos populares, su localización inicial en los años 30 se genera sin una orientación definida pero desconectada del tejido urbano, con serias dificultades en la provisión de servicios públicos y apelando a dinámicas de acción colectiva y pautas culturales rurales para satisfacerlas. Con el transcurso de las décadas y la consolidación del esquema macro, estos sectores ocuparan los frentes de expansión del sur llegando en la actualidad a conectarse físicamente con el municipio de Soacha. Esta población ha permanecido excluida de los procesos de acceso al suelo y vivienda inspirados en la lógica estatal y de mercado regulado, predominando en contraparte los procesos de autoconstrucción de vivienda y el acceso al suelo a partir de las llamadas Urbanizaciones Piratas que son transacciones de suelo legales pero que adolecen de las labores previas de urbanización del terreno señaladas en la normatividad urbanística y/ o por su localización en zonas de riesgo. El predominio de estas formas frente a procesos como las invasiones tiene para Bogotá, una posible explicación en virtud del mismo esquema de segregación objeto de análisis: Dado un reconocimiento de ésta entre los propietarios de terrenos ubicados hacia el sur, las expectativas sobre los grupos que los usarán, genera como respuesta ante una amenaza de invasión técnicas de loteo sin mejoras y ventas a grupos populares, permitiendo no solo beneficios de tipo económico al urbanizador (omisión de los costos de urbanización) sino también de tipo político (explotación de redes clientelistas). En cuanto a los grupos populares, las labores de consolidación física de los barrios por parte de los programas de mejoramiento les proporcionará mayores beneficios pero a sí mismo una creciente amenaza por dicha valorización y por la aplicación de una normatividad urbanística caracterizada por ignorar la significación que tiene la vivienda para estos sectores como fuente generadora de ingresos, además de lugar de residencia que genera identidad.[6]

Así pues, en los años setenta Bogotá es claramente una ciudad segregada: hacia el norte residen los grupos de mayores ingresos mientras que hacia el sur residen los grupos de bajos ingresos, generando una imagen de norte-rico, sur-pobre, que vive en el imaginario de buena parte de la población.

2.3. Los indicios de un nuevo esquema de segregación socioespacial en Bogotá.

Como se ya mencionó de manera general para el caso latinoamericano, en Bogotá comienzan también a observarse procesos de localización de los hogares que no están asociados con el esquema tradicional de segregación macro. A partir de los años ochenta, comienzan a retornar hogares de ingresos altos hacia localizaciones más centrales: En un primer momento al sector de las Torres del parque, con un marcado tinte cultural, pero luego obedeciendo al factor trabajo y su cercanía a la residencia como en el caso del barrio Rosales y el centro financiero de la calle 72. El proceso de periferización continúa como ya hemos dicho hacia municipios como Chía o Cota donde la vivienda en baja densidad y con un alto valor paisajístico se complementa por la creación de centros experimentales de cultura y un parcial desarrollo de relaciones con la población tradicional de estos municipios.[7]

En cuanto al papel del centro tradicional de la ciudad, continua la discusión acerca de su recuperación como espacio de convergencia de los distintos grupos sociales. Si bien se han tratado de realizar obras de renovación urbana, existen discrepancias acerca de la necesidad de crear además de espacio público, proyectos de vivienda que sean atractivas para el regreso de sectores de mayores ingresos y de esa manera frenar la progresiva especialización de este espacio como zona de uso popular, con los riesgos sobre el centro histórico que tiene un alto valor patrimonial y arquitectónico.

En tercer y último lugar la localización de hogares de ingresos medios en zonas populares esta convirtiendo el paisaje urbano en una espacio caracterizado por la proliferación de conjuntos cerrados. Esta práctica que inició entre los sectores de mayores ingresos se está popularizando al grado que los proyectos de VIS también retoman estos elementos, generando a nivel general un sin numero de asentamientos que se encuentran desconectados a pesar de estar contiguos. Esta microsegregación sin embargo puede generar relaciones positivas en primer lugar porque valoriza zonas antes deprimidas dotándolas de mayor y mejor infraestructura, así como por la provisión de bienes y servicios de un grupo al otro. El siguiente análisis de caso tenía por objetivo verificar la existencia de distintos grupos sociales partiendo de la diferencia en cuanto proceso de producción de espacio construido: Autoconstrucción, vivienda estatal y vivienda capitalista.

ESTUDIO DE CASO.

Patio Bonito. Sector Popular de Bogotá.[8]

En los años setenta y paralelo a la construcción de la Central de Abastos de Bogotá (Corabastos), surge al suroccidente de la ciudad el sector de Patio Bonito. Las ventajas de localización laboral de una población en su mayoría de origen rural, empleada en la plaza, deviene en la ocupación de terrenos con un carácter inundable, cercanos al río Bogotá, no aptos para el uso de la vivienda. La escasa planeación a la hora de urbanizar, en esas características del terreno, provoca la inundación en el año de 1979 de este sector. No obstante, lejos de aminorarse, el sector continuó creciendo y consolidándose, a pesar de su asociación como espacio “marginal”, contrastando con el sector de Ciudad Kennedy, de origen estatal y privada, donde residen grupos de ingresos medios. Las mejoras de los barrios internamente y su conexión con el resto de la ciudad (vías, servicios básicos, etc.), lograda a través de la presión de las juntas de acción comunales, ha servido de experiencia en los procesos más recientes -años 90-, en especial aquellos ubicados en el sector llamado “Tintal Central”, que alcanza la misma ribera del río Bogotá. Sin embargo aún queda un frente de expansión potencial en la localidad el cual viene siendo apropiado por firmas capitalistas de promoción y producción de vivienda. Si a ello se suman las trasformaciones e inversiones en equipamientos dotacionales como Bibliotecas, centros de servicios estatales, Transmilenio, etc., se puede entender el cambio de percepción acerca de las ventajas de localización que se ofrecen incluso para grupos de ingresos medios.

3.2. Barrios de estudio: Unir I, Riberas de Occidente y Gerona del Tintal.

Un primer elemento que une las tres historias es el momento de urbanización que se da en los años noventa en la estancia llamada Pantanos de Holguín. Ubicada al extremo occidental del sector de Patio Bonito. Unir I es un desarrollo promovido por el señor Mariano Porras quién llegó a ser concejal de la ciudad. Gran parte del apoyo obtenido fue por medio de procesos llamados de autoconstrucción y autogestión comunitaria que no estaban atados a los mecanismos tradicionales de financiamiento (UPAC o UVR). Sin embargo la firma creada por él llamada VISOCOL fue demandada por varios residentes del proyecto que se quejaban de no haber recibido la vivienda prometida. El proyecto de 793 soluciones de vivienda contemplaba el pago de cuotas monetarias o en horas trabajo, que se obtenían por la participación en bazares, en la autoconstrucción o a través de la venta de boletas para las rifas.

Al momento de realizar la investigación el barrio había obtenido mejoras en infraestructura no sólo a través de la gestión del comité pro-obras del barrio sino por parte de la Junta de Acción Comunal. Existen pues, dos organizaciones que se diferencian por cuanto la primera apoya al urbanizador, mientras que en la segunda se agrupan quienes están gestionando la demanda en su contra. Lastimosamente esta des-unión en Unir ha llevado a ineficiencias en las labores comunitarias que beneficien a la misma comunidad, minando valores de solidaridad e identidad en el barrio.

La Urbanización Riberas de Occidente, es un desarrollo estatal, dirigido a los empleados distritales. Si bien para algunos de ellos permitió satisfacer la necesidad de vivienda para otros sólo fue una oportunidad de inversión en finca raíz. Así pues, muchos hogares han preferido mercantilizar estas viviendas que consideran inadecuadas no solo por sus características sino por la localización en una zona popular, cuyo principal sinónimo es la inseguridad. Así pues, predomina una alta participación de hogares arrendatarios frente al grupo originario al cual estaba destinado el proyecto. Éste era desarrollado por FAVIDI y la constructora GOMEGA, pero fracasó dejando un stock inmobiliario sin terminar, susceptible de ser ocupado por delincuentes y/ o habitantes de calle, aumentando aún más la sensación de inseguridad y la amenaza de desvalorización del patrimonio habitacional.

En cuanto a la organización comunitaria, existen las juntas administradoras, que tiene una trayectoria significativa por cuanto lideraron los procesos de demanda por mejores condiciones de habitabilidad frente a la constructora, así como por las labores de embellecimiento posteriores y la búsqueda de retención de los residentes originarios. Si bien se pensó en el encerramiento a manera de conjunto cerrado ha sido muy difícil hacerlo por los costos que implica y aún más allá por una apatía generalizada que atribuyen como rasgo particular de una población inquilina que no tiene pertenencia por la urbanización.

Los multifamiliares Gerona del Tintal, desarrollados por una entidad promotora privada, también fracasa por cuanto no se logra vender la gran mayoría de apartamentos que estaban indicados en la licencia de construcción. En ésta además, se puede apreciar la totalidad del proyecto que descansaba en la figura del conjunto cerrado, zonas comunes y facilidades de acceso a formas de financiamiento como el subsidio. Dada esta situación interviene la fiduciaria y se genera así como en Riberas todo un proceso de demanda y exigencia para dotar a los hogares residentes de los servicios básicos. En el momento de la investigación se podía apreciar un stock sin terminar, que resaltaba dentro de la zona por cuanto era el único proyecto de edificios en una zona donde predominaba la vivienda tipo casa.

3.3. Sondeo a las prácticas socioespaciales.

3.3.1. El perfil socioeconómico de los hogares residentes en los barrios de estudio.

Uno de los resultados más importantes de la investigación fue encontrar una cierta homogeneidad en el perfil de los hogares residentes en los tres barrios: Los niveles de ingreso de los hogares, el gasto en vivienda (alquiler o amortización), la composición etárea, la caracterización laboral e incluso el medio de transporte son muy similares para los tres barrios. Si bien se encuentra cierta población diferenciada habitando en los barrios formales (Riberas y Gerona), se puede advertir en general, que la población predominante en los tres barrios es popular.

Esta homogeneidad es más apreciada entre los dos proyectos de vivienda tipo casa (Unir y Riberas), pues el uso que se da a la vivienda como fuente generadora de ingresos y lugar de residencia, clásico por la existencia de tiendas y negocios en los barrios populares, se observa en el barrio estatal. Así pues, un hogar que vive en Unir, perfectamente podría vivir también en Riberas y viceversa. Frente a los multifamiliares, no solo hay diferencia por el tipo de vivienda apartamento sino por la existencia de un manual de convivencia que a pesar de todo busca generar unas reglas de conducta acorde con las de los conjuntos cerrados propios de sectores de ingresos medios y altos.

En cuanto a la densidad poblacional de los barrios en Unir, habitan más de dos hogares por vivienda mientras que en Riberas y Gerona predomina la vivienda unifamiliar. Debe tenerse en cuenta que las viviendas de Unir son más grandes y que existe la práctica del alquiler caracterizada por la cohabitación con el propietario y el uso compartido de espacios de la vivienda. Si bien en Riberas hay un sector arrendatario este lo hace de manera independiente lo cual es señalado como algo positivo.

La movilidad en este sector es dependiente de las ofertas de rutas y horarios de éstas, por parte de las empresas de buses. No existe un uso masivo de vehículos particulares en el barrio estatal ni en el privado. Muchos de los servicios demandados por esta población terminan siendo satisfechos en los barrios ubicados en el entorno en particular Unir y el sector de Patio Bonito. Riberas de Occidente es del conjunto de barrios analizados, aquél que presenta una mayor desconcentración no sólo por las trayectorias residenciales de sus habitantes sino por sus expectativas, hecho que se puede comprender dada la presencia del gremio de empleados distritales que aceptaron llegar a vivir en esta urbanización.

Entre los aspectos positivos que tiene la localización están la oferta de bienes y servicios a bajos precios, la posesión de vivienda en propiedad. Entre los retos más difíciles están la adaptación al lugar –identificado como peligroso o desconocido-, en particular por el mantenimiento una situación de precariedad por las ineficiencias en el mantenimiento vial y condiciones sanitarias, así como por la canalización de un caño contiguo a los barrios.
Por último la relación vivienda lugar de estudio, muestra trayectorias circunscritas al entorno donde esta la oferta de espacios educativos de primaria y secundaria. La relación vivienda lugar de trabajo si marca algunas diferencias pues mientras en Unir se observa la importancia de zonas de tipo industrial (ubicadas en la periferia del centro tradicional) entre los habitantes del barrio estatal está se desconcentra hacia zonas incluso muy cercanas a éste (maestros empleados en centros educativos de la zona o el sector). En Gerona se observó desplazamientos hacia localizaciones que corresponden tanto a centros tradicionales como de tipo popular.

3.3.2. Trayectorias espaciales.

En la aplicación de encuestas a los residentes se indagó no solo por sus trayectorias residenciales sino también espaciales. Se averiguó el uso de espacios específicos para el desarrollo de las siguientes actividades: hacer mercado, hacer deporte, actividades religiosas, de tipo bancario, asistir a espectáculos, ir a cine, ir de rumba, salir a comer, compra de vestuario y visita a parientes. Se esperaban mapas diferenciados por barrio en virtud de la hipótesis de grupos sociales diferenciados tanto por el tipo de vivienda habitada como por sus prácticas socioespaciales. Sin embargo se volvió a encontrar una relativa homogeneidad, predominando espacios localizados muy cerca del lugar de residencia. Dada la practica de uso mixto de la vivienda existe una oferta de bienes y servicios que ya pueden ser demandados y satisfechos en Unir y Riberas, atrayendo incluso a población de Gerona quienes al vivir en apartamento y carecer de zonas comunes al interior del conjunto, no encuentran problema en buscarlos allí.
El sector de Patio Bonito, Corabastos y más allá el sector de Ciudad Kennedy continúa en orden de importancia, para el desarrollo de varias de las actividades analizadas, señalando como aspecto clave el hecho que la vivienda es más que un lugar de dormitorio y sin conexión con el entorno.

La importancia de los centros comerciales ubicados en la misma zona es relativa, de una parte se encuentra Plaza de las Américas, lugar donde se va de vez de cuando a ver cine (actividad con muy bajos niveles de realización en el conjunto de los barrios), así como la frecuentación de bares y tabernas contiguas (desarrollada por la población de los barrios de tipo formal). El Éxito de las Américas es espacio utilizado por la población de los multifamiliares, pero tanto hacia este como hacia el primero, los desplazamientos de la población del barrio popular indican que no existe una exclusividad en el uso de estos espacios.

Encadenada a las trayectorias residenciales, la actividad de visita a familiares confirma que la población de Riberas de Occidente presenta un patrón de mayor desconcentración
A diferencia de Unir o Gerona donde la localización de los familiares señalaba también antiguos lugares de residencia y por tanto la importancia de éstas redes a la hora de tomar una decisión residencial.

3.3.3. Grados de conocimiento y frecuentación.

A partir de los resultados sobre frecuentación de un conjunto de lugares de la ciudad, se observó que no existía una clara diferenciación de acuerdo a grupo residente: Es el caso de zonas comerciales populares (San Victorino o San Andresito) y de centros comerciales de la misma zona (Plaza de las Américas, Éxito). Frente a aquellos centros comerciales localizados en otras zonas de la ciudad se encontró que su mayor frecuentación se daba por habitantes residentes en el barrio estatal.

Zonas cuya denominación es muy genérica pues albergan varios barrios, como Fontibón (Occidente); Bosa (Suroccidente) y Suba (Noroccidente) no parecen dar pistas de especializaciones en cuanto trayectorias espaciales. Más bien darían para pensar en una diferenciación de estas trayectorias en razón de la homogeneidad geográfica de la zona que se diferencia del costado oriental donde se encuentran los cerros y la parte montañosa más importante de la ciudad. Seria interesante examinar si se superponen a los sistemas residenciales la relación geográfica de la ciudad: Sabana (topología plana) / cerros orientales (topología inclinada).

Ahora bien, tampoco hay claridad acerca de las trayectorias al observar homogeneidad en el grado de frecuentación y conocimiento de barrios populares por los residentes de los tres barrios, confirmando una escasa especialización en trayectorias. Finalmente, la frecuentación de espacios como el centro tradicional es superior para los habitantes de Gerona del Tintal (centro histórico, Plaza de Bolívar y Avenida Jiménez con séptima). La población de Riberas y Unir por su parte, muestran frecuentaciones parecidas tanto a la Iglesia del 20 de Julio (espacio popular) y al Parque Metropolitano Simón Bolívar (localizados muy cerca de las instalaciones deportivas de la caja de compensación familiar, a la cual están afiliados los empleados distritales que residen en Riberas). Por último recalcamos la frecuentación de parte de la población de Unir hacia espacios tan alejados como la Avenida 19 con 116, donde se ubica un conjunto de establecimientos comerciales dirigidos a grupos de altos ingresos, la explicación de estas frecuentaciones descansa en motivos laborales.

CONCLUSIONES.

La clásica asociación entre formas de producción de la vivienda y grupos sociales se relativiza a la luz de los resultados obtenidos en nuestra investigación, mostrando la complejidad que representa el abordaje hacia este tema. La poca presencia de población de ingresos medios en el conjunto de los tres barrios, contrasta con la perfecta movilidad entre habitantes de Unir y Riberas sobre todo, y distanciado un poco de Gerona.

Los indicios de posible explicación radican en la dinámica que adquiere el mercado de arrendamiento, que permite a hogares de bajos ingresos acceder a modalidades de vivienda formal. Esta vivienda sin embargo pasa a ser expresión de la cultura o forma como se apropia el territorio bajo la lógica popular (uso mixto) y de manera muy tenue logra imponer en el sector otro tipo de dinámicas, más acordes a la forma de ocupación tradicional de los sectores de ingresos medios y altos en Bogotá. Para complejizar más aún el escenario existiría un conjunto de hogares con ingresos medios que sin embargo preferiría la vivienda autoconstruida dado los atributos de tamaño (que permite potenciar más la cohabitación de varios hogares en una misma vivienda), uso mixto (vivienda como fuente generado de ingresos), facilidades de pago y la expectativa de valorización entre cuyo aspecto paradójicamente juega mucho la localización de proyectos de vivienda formales y las ventajas de localización con el paso del tiempo. Antes que la forma de producción, tiene mayor peso la forma espacial de la vivienda.

Así pues, no se encuentran evidencias para afirmar que las diferencias en las formas de producción, respondan a la cohabitación de grupos sociales heterogéneos, en nuestro caso. Se daría más bien, una innovación sustancial en el modo de segregación como un todo, centrada en un aspecto: La penetración de modalidades formales de producción de vivienda en grupos populares y en sus lugares tradicionales de localización. El impacto sobre las prácticas socioespaciales se concentra en aspectos de menor escala, ligadas a las características de los conjuntos habitacionales y en particular la modalidad de vivienda multifamiliar frente a casas unifamiliares.


BIBLIOGRAFIA

Dureau Francoise y Lulle Thierry. Movilidad espacial y transformaciones territoriales en Bogotá. Documento CEDE 99-11 de Agosto de 1999.

Jaramillo, Samuel. El papel del mercado del suelo en la configuración de algunos rasgos espaciales en las ciudades latinoamericanas en Revista Territorios: Número 10, 1998. CIDER Uniandes.

Jaramillo, Samuel. Producción de vivienda y capitalismo dependiente. El caso de Bogotá. Ed. Dintel. 1980.

Jaramillo, Samuel. La estructura urbana y la vivienda en Bogotá. En: Vivir en Bogotá. Foro Nacional por la Paz. Bogotá 1990.

Jaramillo, Samuel. El destino del centro de Bogotrá. En: Revista Desarrollo y Sociedad. Número 10, 1983. Uniandes.

Mejía Pavony, Germán. Loa años del cambio: 1820-1910. 1999. CEJA.

Torres Carrillo, Alfonso. La ciudad a la sombra. Barrios y luchas populares en Bogotá 1950-1977.

Vargas, Lesmes Julián. La sociedad de Santa fe Colonial. 1990. CINEP.

[1] Ponencia presentada en el IV seminario de investigación urbano-regional ACIUR “Derecho a la ciudad” los días 30, 31 de Octubre y 1 de Noviembre de 2003, y realizado en la Universidad Externado de Colombia. Esta ponencia esta basada en la tesis realizada por el autor para optar por el título de Economista en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Se permite su libre reproducción citando la fuente.
[2] Jaramillo, Samuel. El papel del mercado del suelo en la configuración de algunos rasgos espaciales en las ciudades latinoamericanas. En: Revista Territorios # 10. 1998. CIDER- UNIANDES.
[3] Para una revisión detallada sobre la evolución urbana de la ciudad en la época colonial ver Vargas Lesmes Julián, La sociedad de Santa fe colonial. CINEP. 1990. Para el periodo republicano, respectivamente: Mejía Pavony Germán, Los años del cambio: 1820-1910. CEJA. 1999.
[4] Pare efectos de brevedad, hacemos un repaso general a este segundo momento. Sin embargo, se advierte que entre 1930 y 1950, la segregación socioespacial es apenas incipiente en cuanta especialización en las localizaciones residenciales. Desde 1950 aproximadamente hasta los años setentas, se observa la profundización de este fenómeno en Bogotá. Para una revisión de esta evolución urbana, véase: Jaramillo Samuel. Producción de Vivienda y Capitalismo dependiente. El Caso de Bogotá. Ed. Dintel. 1980 y del mismo autor: La estructura urbana y la vivienda en Bogotá. En Vivir en Bogotá: Foro Nacional por la Paz. Bogotá. 1990.
[5] Unidad de Poder Adquisitivo Constante. Es una forma de capitalización de los ahorros promovida en los años 70 para facilitar el acceso a vivienda. El UVR es en términos generales un prolongación de esta lógica. La intervención estatal en materia de vivienda estaba en manos del BCH (Banco Central Hipotecario) y del ICT (Instituto de Crédito Territorial) si bien el segundo tenía como población objetivo los sectores de ingresos bajos, estos han estado estructuralmente excluidos de todos los programas de vivienda, incluido el actual sistema de Vivienda de Interés Social VIS.
[6] Torres, Carrillo Alfonso. La ciudad a la sombra. Barrios y luchas populares en Bogotá 1950-1977. Ed. CINEP, 1993.
[7] Dureau Francoise y Lulle Thierry. Movilidad espacial y transformaciones territoriales en Bogotá. Documento CEDE 99-11 de Agosto de 1999.
[8] Tanto la recopilación del origen y desarrollo de Patio Bonito, como de los barrios de estudio (Unir I, Riberas de Occidente y Gerona del Tintal), comprenden desde historias barriales que se encuentran en el departamento administrativo de acción comunal, hasta entrevistas realizadas a habitantes de los barrios.