lunes, 17 de octubre de 2016

CIUDAD, CAPITAL Y ALTERNATIVAS SOCIALES- UNA PROSPECTIVA EN TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE


El siguiente documento fue elaborado para el panel realizado el día 6 de abril de 2016 en el cual se lanzaron las memorias del evento internacional "Ciudades, acumulación de capital y alternativas sociales" que tuvo lugar en la ciudad de Bogotá en 2015 y que fue auspiciado por el Centro para la educación y la investigación popular CEDINS. 

El texto se centra en unas reflexiones que me solicitaron los organizadores a propósito de un ejercicio prospectivo sobre la ciudad. He realizado algunos ajustes de edición pero en su mayoría el texto sigue el original. Son unas consideraciones personales que simplemente expresan mi posicionamiento sobre los desafíos que enfrentamos academia y movimientos sociales para la promoción y realización del derecho a la ciudad.

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Entre las principales transformaciones que vive la urbanización colombiana se encuentra un proceso demográfico por el cual se tiende a reforzar cada vez más la concentración de la población en áreas urbanas, así como también una transformación económica marcada por la desindustrialización, el aumento del sector servicios y especialmente el financiero así como una economía que sigue anclada al sector primario.

Demoliendo el barrio
Una de las marcas distintivas de la urbanización latinoamericana es la “ciudad popular”. Sin entrar en una discusión teórica puede pensarse esta ciudad como aquella que ha sido producida por sus propios habitantes en contraposición a una ciudad construida por el Estado o por el Mercado regulado. La "ciudad popular" se mueve entre la informalidad y la ilegalidad si se toma el punto de vista de los otros dos sectores, pero desde ella dicha producción de espacio adquiere el adjetivo de lo necesario, de lo legítimo en situaciones donde no existe una justicia espacial. Sin embargo, no se puede pensar que dicha ciudad no se mueva también en el ámbito de lo formal y lo legal ya que sería una visión muy simplista la de una ciudad dual cuando en realidad lo que predominan son las intersecciones entre una y otra. Ese componente mestizo que siempre busca sacar tajada de la situación y se vale de una u otra denominación para alcanzar sus objetivos. Esta es una mirada más realista en mi opinión de lo popular y es por eso que desde esa ciudad es posible reforzar el capitalismo o por el contrario plantear alguna alternativa al mismo.

Coincido con quienes consideran necesaria la generación de un movimiento social urbano y más aún -recogiendo los apuntes hechos en el seminario- de generar un proyecto político articulador. ¿Cómo alcanzar esa unidad? Más que ofrecer una respuesta del cómo lograr ese objetivo se puede pensar en un escenario de prospectiva en la existencia por lo menos de tres escenarios que formulo de manera muy simplista pero que tal vez nos sirvan como punto inicial de reflexión y porque no de acción: 1) pensar que es posible la articulación alrededor de un proyecto político 2) la continuidad del escenario actual en el cual se continua desarrollando luchas que son desarticuladas pero que buscan demostrar aún la capacidad que tiene la población para cuestionar el proyecto de "ciudad neoliberal" o 3) una situación en la cual dichas iniciativas entran no en su desaparición total pero sí en franca decadencia sin posibilidad siquiera para cuestionar este proyecto.

La pregunta orientadora que se me ha planteado se refiere al análisis prospectivo sobre los escenarios de las luchas por el derecho a la ciudad en Bogotá y Latinoamérica. Quiero señalar que el campo de investigación en el cual he participado se refiere de un lado al tema de los mercados informales de suelo y vivienda y del otro lado al tema de la movilidad residencial. A partir de estas dos áreas espero organizar unas consideraciones respecto a los tres escenarios que ya señale sobre el movimiento social urbano.

"CIUDAD POPULAR"

Demoliendo el barrio parte 2
Para desarrollar dicho objetivo voy a tratar de organizar mis consideraciones alrededor de la ciudad popular. Como sabemos el origen de la ciudad popular se remonta a una situación de exclusión del derecho a la vivienda para muchas familias que una vez instaladas en nuestras ciudades no encontraron una oferta institucional estatal ni tampoco un sector de la construcción capaz de garantizar la oferta suficiente en materia de unidades habitacionales. El surgimiento de las villas, las favelas, las urbanizaciones piratas, las invasiones, las callampas están asociadas a esa forma en que el capitalismo se manifestó en las formaciones sociales latinoamericanas como bien lo señalan autores como Emilio Pradilla o Samuel Jaramillo. Esa colonización de la ciudad generó procesos de organización comunitaria que estuvieron articulados no sólo a partidos políticos de izquierda o ciertas figuras de la iglesia sino también a urbanizadores piratas y redes clientelistas. La lucha por el reconocimiento de dicha ciudad osciló entre la movilización en las calles y la protesta como a través de alianzas con esos políticos interesados en comprar votos. Esa combinación de estrategias ha sido también analizada por académicos como Alfonso Torres o Noriko Hataya. Se señala además que una vez alcanzadas mejoras en términos materiales tiende a caer la participación comunitaria la cual en palabras de Hataya se termina volviendo una ilusión y del otro lado un incremento en la población inquilina que no tiene mayor interés en la participación comunitaria ¿Qué futuro le espera entonces a esa ciudad popular?

¿Puede ser considerada esta ciudad popular un escenario para la lucha por un derecho a la ciudad?  Considero que sí, ya que existen algunas problemáticas en esta ciudad popular que merecen especial atención y que la hacen diferente de aquella ciudad popular naciente hace sesenta años. A partir de los trabajos que se han realizado en este tema se puede observar el incremento de la población inquilina en la ciudad frente a los propietarios. En un escenario donde la política de VIS se centra en el acceso a la propiedad y no se tiene una política de VIS en alquiler se aprecia la importancia de los barrios populares en la generación de un importante stock de vivienda para arrendar entre la población de menores recursos. Se observa en muchos casos la importancia de las redes de relaciones especialmente alrededor de los lazos familiares para el acceso a la vivienda. Persiste no obstante, el deseo por alcanzar la vivienda en propiedad y fruto de la localización a nivel metropolitano de estos barrios (antiguas periferias) y de dichas redes se expresa el deseo de hacerlo en el mismo barrio. Sin embargo, existen grandes limitaciones para que dichos hogares se transformen en propietarios ya que las viviendas son demasiado costosas o demasiado grandes ya que después de muchos años de autoconstrucción estos barrios se caracterizan por casas autoconstruidas de tres o cuatro pisos en los casos donde mayor densificación se observa ¿Existe entonces alguna alternativa para generar vivienda en propiedad accequible y bien localizada para estos hogares inquilinos en aquellos barrios donde ya residen?

Otro tipo de situaciones se refieren exclusivamente a las condiciones de vida de los hogares inquilinos y la preocupación existente cuando fruto de la densificación de estos barrios se generan situaciones de hacinamiento. Si bien se ha tratado en este frente de recuperar ideas y proyectos de apoyo a los propietarios para generar espacio nuevo en arriendamiento debemos reconocer la existencia de inquilinatos en estos barrios que replican aquellas viejas imágenes que eran propias de los ubicados en el centro de la ciudad. Es necesario reconocer que en la ciudad popular las lógicas de mercado vienen operando hace mucho tiempo de la mano de un mercado de compra y venta de casas así como de un mercado muy dinámico de vivienda en arriendo. Aquí es importante señalar estos cambios y la confluencia de lo formal e informal para pensar en el futuro de estos barrios y la agenda que pueden desarrollar los movimientos sociales urbanos.

LOS POSIBLES ESCENARIOS DE LA "CIUDAD POPULAR"

Vista de Bogotá desde una ventana cualquiera
Con relación al primer escenario prospectivo ¿tendríamos entonces la posibilidad de articular las demandas de las familias inquilinas en un proyecto político unificado alrededor del derecho a acceder a una vivienda en propiedad en un área bien localizada o incluso a defender la localización de una población arrendataria en barrios amenazados de desaparecer por efecto de esa renovación urbana? ¿Cómo articular esas demandas con aquellas que son parte de la agenda de los propietarios que a menudo esperan una valorización de su barrio para poder cobrar arriendos más elevados o de mantener una valorización del inmueble con la esperanza de venderla cuando decida cambiar su lugar de residencia? Sería posible visualizar entonces un escenario donde estos dos actores lograran articularse alrededor de la defensa de su territorio y el derecho a una vivienda digna, que recoja sus aspiraciones y necesidades y además cuente con el factor de buena localización? Si se encuentra esa respuesta el movimiento social urbano podría fortalecerse porque tendría un gran aliado de su parte, que hasta este momento se ha considerado como apático frente a los procesos de organización comunitarios.
Ciudad vertical

Existe un segundo escenario en el cual tienden a permanecer las condiciones actuales en las que nos encontramos y donde claramente no hay articulación entre estos actores y el movimiento social urbano. No existen movimientos en la actualidad que tengan una estrategia clara sobre el derecho a la ciudad pensado desde la población inquilina y tampoco la discusión de alternativas pensadas para que dicha población pueda acceder a la propiedad en estos mismos barrios. Si bien existen los programas del Fondo Nacional del Ahorro tendría que evaluarse el impacto que tiene para facilitar la adquisición de vivienda usada en estos barrios. Tiende entonces a continuar desarrollándose un mercado de vivienda en alquiler que tampoco es objeto de abordaje en los movimientos sociales urbanos. Ello puede deberse en cierta medida a que no existen al parecer problemas serios en cuanto a inseguridad en la tenencia de las familias inquilinas y a que los precios suelen estar determinados en función del vínculo que exista entre las partes involucradas existiendo mecanismos informales para la resolución de conflictos o para sancionar los comportamientos oportunistas. Al estar altamente subjetivizada, la relación contractual pasa a estar regulada por órdenes jurídicos creados por las propias comunidades y tomando de forma parcial las reglamentaciones oficiales pero también apelando a convenciones y normas sociales producidas por la comunidad.

La reciprocidad como convención ha sido ya destacada por los análisis sobre este tipo de mercado, pero vale la pena hacer la acotación de que la existencia de reciprocidad si bien puede indicar la existencia de solidaridad entre inquilino y arrendador, no implica la ausencia de relaciones de dependencia o jerarquía entre las personas que participan de la transacción. El acceso a la vivienda en este caso continúa siendo un tema que depende más del tipo de contactos que se tenga, de la capacidad para establecer y cumplir un compromiso (no contrato) y de asumir la sanción individual o social cuando no se cumple éste. Este punto es importante porque los movimientos sociales urbanos tendrán que identificar qué tipo de solidaridad deben promover, aquella que es funcional y que surge porque no hay otra opción o una solidaridad anclada a un sentimiento de pertenencia al territorio, a una comunidad en la cual se tiene una relación entre iguales 

¿Será posible dicha relación cuando la tenencia de la vivienda de por sí ya introduce una jerarquía en este mercado? Raquel Rolnik llama la atención sobre la inseguridad en la tenencia de la vivienda y su existencia también entre una población particular: los inquilinos. En este escenario, la ciudad popular continuará desarrollando un orden jurídico propio a partir de vincular la formalidad e informalidad en función de las necesidades que los mercados de vivienda le impongan y por esa misma lógica de mercado oscilará entre situaciones de expulsión de quienes no pueden pagar el arriendo cada vez más alto en la medida en que se valoriza el barrio y del otro lado quienes continúan apelando a las redes familiares para acceder por vías como el usufructo a una vivienda bien localizada si bien no en propiedad. El peor escenario es la inquilinización y el empeoramiento de las condiciones habitacionales de los inquilinos.

Oferta de vivienda en altura
Para finalizar tendríamos que analizar la situación más desoladora que sería la de un débil movimiento social urbano y en el caso de la ciudad popular su progresiva desaparición o extinción. Si dicha ciudad popular surgió por las condiciones de exclusión por parte del Estado y del Mercado Regulado de Vivienda, es plausible pensar que en las condiciones actuales dicha ciudad esté condenada a desaparecer y ello a partir de la confluencia de la normatividad urbanística y del mercado de suelo. Pero no se trata solo en los casos que ya se están denunciando de gentrificación o de zonas localizadas en áreas centrales o pericentrales. Ya observamos que en las mismas periferias las posibilidades para desarrollar nuevas urbanizaciones piratas o barrios de invasión se restringen para dar paso a los proyectos de VIS tipo casa y ahora tipo apartamento. La búsqueda de altas tasas de lucro lleva a que como bien lo señala David Harvey se generen procesos de destrucción de la ciudad construida (y con equipamientos de calidad o mínimamente aceptables) para dar paso a nuevas construcciones. En este caso, se crean las condiciones para que sobre esa ciudad popular consolidada se generen oportunidades de lucro para empresas capitalistas que incluso pueden generar VIS tipo apartamento. Es probable que dichos barrios cedan por la vía del mercado ya que como lo demuestran muchos casos es posible negociar predio a predio para acabar con un barrio entero y después de varias décadas no podemos seguir pensando que el sector de la construcción sigue en un estado seminal porque ya se observa que algunas empresas se especializan incluso en la generación de VIS.

EN SINTESIS...

Barrio popular
La ciudad es un espacio que está en continua transformación y en este territorio intervienen diferentes actores que tienen diferentes valoraciones sobre los objetos que se encuentran en ese espacio y que pueden llegar a confrontaciones por el control de dichos objetos o recursos. Retomando un concepto de Milton Santos sobre relaciones verticales y horizontales surgen escenarios posibles de futuro donde predominen las relaciones horizontales basadas en la vecindad, en la defensa de la identidad con el territorio y del otro lado un escenario donde las relaciones verticales propias de un escenario de globalización lleven entonces a la subordinación de dichos barrios o a su simple desaparición. Los barrios populares son evidencia de una dinámica de transformación del territorio que lejos de ser la de la exclusión también se centra en la inclusión: finalmente muchas de esas luchas populares tuvieron un carácter más reformista que revolucionario ¿Ha cambiado dicha situación? ¿Cómo actuar frente a esa situación y cómo evitar el error pasado cuando el movimiento se fracturó porque las demandas populares no se adecuaban a la lucha revolucionaria?

He querido compartir con ustedes mi visión prospectiva sobre los escenarios de lucha por ese derecho a la ciudad. Un ejercicio de esta naturaleza es mucho más complejo de lo que les he presentado. No obstante, a partir de la identificación de algunos actores y una problemática muy puntual he querido identificar posibles variables claves así como estrategias posibles que pueden surgir del lado de una población inquilina y arrendataria y los movimientos sociales urbanos. Es claro que la articulación puede darse en los espacios de participación convocados por el Estado, pero existe también la posibilidad como se menciona desde una planeación radical por la invención de espacios donde los actores se encuentren y comiencen a conocerse y trabajar conjuntamente. Hay algunas experiencias que vale la pena analizar del pasado pero dicho abordaje excede los propósitos de mi presentación.

Gracias
 

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